[Episcopal News Service – Taylor, Texas] Mil episcopales, al menos dos por cada mujer encarcelada en el Centro de Detención Hutto en el campo de Texas, resistieron el ardiente sol del 8 de julio para denunciar públicamente las decisiones del gobierno de EE.UU. en su aplicación de normas migratorias que han separado a familias en los últimos dos meses y han conducido a redadas y deportaciones de inmigrantes.
“No venimos aquí con odio, no venimos aquí con fanatismo, no venimos aquí a rebajar a nadie, venimos a realzar a todos. Venimos en amor, venimos en amor porque seguimos a Jesús y Jesús nos enseñó a amar”, dijo el obispo primado Michael Curry, en su sermón durante la Oración de Visión, Testimonio y Justicia que tuvo lugar aquí al mediodía a la vista del Centro de Detención Hutto.
“Ama al Señor tu Dios y ama a tu prójimo”, dijo Curry, y su lista de prójimos incluían liberales, conservadores, demócratas, republicanos, independientes, el prójimo que a uno le gusta y el prójimo que a uno no le gusta, cristiano, musulmán, judío, palestino, refugiado, inmigrante y guardia de prisión. “Ama a tu prójimo”, clamó Curry, a la multitud que respondía “Sí”.
“Venimos en amor”, dio él.
Un equipo de planificación ad hoc dirigido por la Rda. Winnie Varghese, directora de justicia y reconciliación en la iglesia de La Trinidad [Trinity] de Wall Street, y Megan Castellan, rectora de la iglesia episcopal de San Juan [St. John’s] en Ithaca, Nueva York, organizaron el culto de oración con Grassroots Leadership, una organización sin fines de lucro con sede en Austin que labora por una sociedad más justa y que denuncia el sistema de prisión como empresas lucrativas, la encarcelación masiva y la deportación y criminalización de migrantes.
La 79ª. Convención General de la Iglesia Episcopal está sesionando en Austin hasta el 13 de julio. El debate migratorio de Estados Unidos, de la política de “tolerancia cero” del gobierno de Trump, tuvo un gran protagonismo el día anterior en una audiencia conjunta de un comité legislativo, donde unas 25 personas testificaron sobre asuntos que iban desde brindar santuario a inmigrantes que enfrentan deportación, condenar la separación de familias migrantes, apoyar a los haitianos sujetos a deportación y exigir [la aplicación de] una ley que les brinda un estatus legal permanentes a los llamados soñadores a través de la legislación federal conocida como DREAM Act.
La Cámara de Obispos y la Cámara de Diputados retrasaron durante una hora el comienzo de sus sesiones legislativas del 8 de julio para que los funcionarios ejecutivos y más de 1.000 episcopales transportados por 19 autobuses pudieran asistir a la oración cerca del centro de detención —en el campo de Texas a unos 40 minutos de Austin— que administra una empresa privada y donde se encuentran recluidas 500 mujeres.
Justo enfrente de la cerca de tela metálica del centro de detención, José Orta y Audrey Amos McGreenee, miembros de la comunidad de Taylor, sostenían una pancarta mirando hacia el T. Don Hutton que decía: “Cese la detención de inmigración en nuestra nación de inmigrantes”. En 2006, la prisión pasó de ser una prisión de mediana seguridad a un centro de detención de familias, y luego en 2009 a un centro de detención privado solo para mujeres, en el que recluyen a mujeres migrantes, algunas de las cuales fueron separadas de sus hijos, dijo Orta en una entrevista con Episcopal News Service.
Aunque ha habido problemas durante mucho tiempo con el defectuoso sistema de inmigración de EE.UU., el anuncio en abril de que el gobierno de Trump comenzaría a procesar penalmente a los migrantes y a separar los niños de sus padres mientras aguardaban audiencias de deportación ha provocado que ciudadanos estadounidenses aboguen por la unificación y reunificación de las familias.
En algunos casos, ha sido un llamado a abogar por políticas justas en el ámbito nacional. En otros casos ha significado tomar las calles y dar un devoto testimonio, como hicieron los episcopales frente al [centro de detención] Hutto.
“Creo, francamente, que, al hacer esto, estamos expresando el sentir de la mayoría de los estadounidenses. Estamos horrorizados por el actual estado de cosas. Creo que la mayoría de nosotros no puede imaginar cómo podemos hacerlo visible. Creo que tengo temor de hablar con nuestros vecinos, tememos que nuestros amigos discrepen de nosotros, tememos ofender. Luego, cuando empezamos a hacer esto, creíamos que conseguiríamos atraer a 150 o 200 personas. Tenemos más de 1.000 sólo en los autobuses”, dijo Varghese, que es también diputada en representación de la Diócesis de Nueva York.
“Parte de lo que estamos viendo es nuestra solidaridad de unos con otros y que hay una gran voz en oposición a lo que está sucediendo en nuestro país, y somos nosotros”, dijo Varghese. “Es entre nosotros, y la razón de hacer cosas como ésta es darle a la gente una oportunidad de ser mejores”.
Jesús estuvo junto a las personas vulnerables, de manera que la Iglesia está junto a las personas vulnerables, dijo la Rda. Melanie Mullen, directora de reconciliación, justicia y cuidado de la creación.
“Queremos andar en el camino del amor y en acompañamiento con nuestras hermanas más vulnerables que sufren”, afirmó ella. “Vamos a hacerlo a través del país donde quieran que victimicen a la gente… Jesús dijo primero ‘traigan los niños a mí’; ese es nuestro primer llamado, estar junto a los pobres, los victimizados, los más frágiles. El Obispo Primado nos dijo que anduviéramos en el camino del amor, eso nos da fuerzas para venir aquí y decir que podemos enfrentar esto juntos”.
La inmigración en Estados Unidos, como en otros países, está desorganizada, dijo el obispo de El Salvador, David Alvarado, en una entrevista con ENS luego de la oración de testimonio.
“Ser un migrante”, dijo él, es tratado como un delito. Cuando en realidad, los migrantes huyen de la violencia, buscan no sólo una oportunidad, sino también refugio y salvación. En los países del Triángulo Norte de América Central —El Salvador, Guatemala y Honduras— la gente huye del conflicto social.
“Está afectando a muchas personas; hay muchísimo desplazamiento forzoso”, dijo Alvarado, añadiendo que entre 60 y 70 personas huyen diariamente de El Salvador, algunos de ellos se quedan en Guatemala y en México y otros se dirigen a la frontera de EE.UU.
Mientras el servicio de oración tenía lugar, una familia salvadoreña de 11 miembros estaba intentando cruzar la frontera y uno de los miembros de la familia le envió un mensaje de texto a Elmer Romero, salvadoreño que es miembro de la iglesia episcopal de La Trinidad [Trinity] en Houston y miembro de la junta de Cristosal, una organización de derechos humanos que proporciona ayuda a centroamericanos que se han visto empujados a desplazarse por la violencia. Cristosal comenzó hace más de una década como un ministerio episcopal.
Durante la Oración de los Fieles, el obispo auxiliar de Texas Héctor Monterosso y la obispa de Nueva York Central De De Duncan-Probe, pidieron por el fin de la violencia, la pobreza y el desplazamiento y porque los líderes apliquen políticas que protejan la seguridad nacional y que conduzcan a una migración segura, al fin de la detención para los que solicitan asilo.
Ellos oraron por los niños separados de sus padres y por los padres separados de sus hijos.
“Hoy es el cumpleaños de mi hijo, y si alguna vez me lo hubieran quitado, no sé lo que habría hecho…sólo porque estaba intentando llevarlo a un lugar donde pudiera tener libertad, donde pudiera tener una vida”, dijo Sandra Montes, directora de música de la Diócesis de Texas que dirigió la música en [el servicio] de oración y cantó el día anterior en el culto de avivamiento del 7 de julio.
“Para mí es muy importante que estas mujeres [sepan que estamos aquí]”, dijo Montes. “Ni siquiera puedo poner en palabras la desesperación que yo sentiría si estuviera ahí y mi hijo en alguna otra parte. O incluso si él estuviera conmigo sólo porque quisimos algo mejor, por buscar libertad”.
En un mensaje de Twitter luego del servicio de oración, Grassroots Leadership publicó que las mujeres en la prisión estaban llorando, sólo de saber que no estaban solas. No dejar a nadie solo está en el tuétano del amor al prójimo y en seguir las enseñanzas de Jesús, dijo Curry.
“Jesús dijo ‘ama a Dios y ama a tu prójimo’. Venimos en amor, que es el núcleo esencial de nuestra fe, que es su alma”, afirmó curry.
“El camino del amor nos llama a ser humanitarios, nos llama a cuidar de los que no tienen quien los cuide, y venimos porque no creemos que una gran nación como ésta separa a los niños de sus familias.
“Venimos porque creemos en esta nación, concebida en libertad, dedicada a la premisa de que todas las personas son creadas iguales, [porque] creemos que debemos llamar a esta nación, a Estados Unidos, a que recobre su verdadera alma. Estamos aquí porque amamos a esta nación. Porque si uno realmente ama a alguien no los deja seguir por el camino que va, uno los ayuda a dar lo mejor de sí. Estamos aquí para salvar el alma de Estados Unidos”.
-Lynette Wilson es reportera y jefa de redacción de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.
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[Episcopal News Service – General Convention 2018]