[Episcopal News Service – Austin, Texas] La Cámara de Obispos adoptó el 8 de julio un pacto que compromete a sus miembros a procurar cambios en sus diócesis para combatir el abuso, el acoso y la explotación.
“La Iglesia, ya sea como comunidad de fe o como centro laboral, no es inmune al abuso, el acoso y la explotación de personas de diferentes identidades sexuales, raciales y culturales”, dijeron los obispos en un documento , que sólo concierne a los obispos, titulado: “Un pacto laboral para la práctica de la equidad y la justicia para todos en la Iglesia Episcopal”.
El texto del documento debe aparecer próximamente en la Carpeta Virtual de la Cámara de Obispos.
Si bien llaman la atención de las estructuras que laboran contra personas de todas las identidades sexuales, raciales y culturales, la idea de un pacto partió de los testimonios compartidos en una Liturgia de Escucha, durante la Convención General, el 4 de julio. En ese oficio, los obispos hicieron lamentos y confesiones sobre el papel de la Iglesia en el sexismo y la misoginia.
Toda la cobertura de ENS de la 79ª. reunión de la Convención General se encuentra aquí.
La obispa Mary Gray-Reeves de la Diócesis de El Camino Real dijo que después de la Liturgia de Escucha resultó claro que “no hay manera de que podamos hacer esto y nada más”.
“El abuso, el acoso y la explotación son parte del sistema”, afirmó ella. “Esto tiene que ver con reconocer y aceptar eso”.
El documento dice en parte: “ Como líderes pastorales y proféticos de la Iglesia, tenemos la responsabilidad de continuar la labor de recuperación y transformación que aún debe ser completamente realizada”. Los obispos también se comprometieron “a luchar diariamente, transformando la cultura de nuestra Iglesia en un lugar más justo, seguro, solidario y profético para todos”.
Gray-Reeves dijo que ella sabe que los obispos tienen buena voluntad y buenas intenciones, pero eso sólo no los ayudará a cambiar problemas culturales sistémicos dentro de la Iglesia. “Necesitamos ayudarnos mutuamente para llevar a cabo eso como organización denominacional”, afirmó. El pacto se propone hacerlo.
El pacto detalla las formas en que los obispos pueden comenzar:
- Reconociendo el poder de su oficio y usándolo con humildad en servicio de otros.
- Participando en autoexámenes y haciendo cambios en la manera en que usan su poder.
- Siendo conscientes de las personas afectadas por los prejuicios y escuchando las historias.
- Dando lugar a un liderazgo basado en la equidad.
- Dando lugar a una variedad de modos de dirigirá a partir de la cultura y el género.
- Apoyando una gama de modelos de liderazgo.
- Eliminando desigualdades de salarios y beneficios.
- Creando e imponiendo normas equitativas de licencia parental.
- Ayudando a que los comités de búsquedas parroquiales examinen sus prejuicios al hacer opciones en sus llamados a clérigos.
Durante el debate para adoptar el pacto, Dede Duncan-Probe, obispa de Nueva York Central, dijo que ella había crecido en la Iglesia Episcopal, y que “el abuso y el acoso sexuales han sido parte de mi vida como el estudio bíblico y la comunión”. Los elementos del pacto les ofrecen a los obispos “algo que todos somos llamados a hacer como parte del Movimiento de Jesús”.
El obispo Greg Brewer, de Florida Central, dijo que él espera llevarles el documento a las clérigas de su diócesis y decirles: “Hablemos, ¿Qué les parece?
Gayle Harris, obispa sufragánea de Massachusetts dijo que el pacto “levanta lo que ha sido una aspiración de esta cámara”. Como mujer de color, ella instó a los obispos a defender diferencias de todos los que han sido creados a imagen de Dios y a esforzarse en ponerle fin a la discriminación.
Después de que el pacto fuera adoptado, Cate Waynick, obispa provisional de Michigan Oriental, le dijo a Episcopal News Service que era la primera vez en sus más de treinta años en el ministerio ordenado que la Cámara de Obispos “había decidido de verdad examinar atentamente la manera en que han tratado a las mujeres”. Ella dijo que sus compañeros obispos estaban despertando ahora al dolor y las consecuencias de cómo han sido tratadas las mujeres. Waynick se siente agradecida de que los obispos hayan acordado continuar el diálogo y hacerse mutuamente responsables, y como resultado “quizá nuestras hijas y nietas no tendrán que tener estas experiencias”.
El obispo Brian Thom, de Idaho, dijo que el pacto invita a “un serio autoexamen” y le pide a los obispos que tomen medidas para cambiar ellos mismos personalmente. Él añadió que a los hombres de la generación de muchos obispos, él mismo incluido, les resulta difícil cambiar porque “estamos seguros de que no somos responsables” de ese dolor y experiencias. “Pero yo he sido convicto de sexismo”, le dijo él a ENS.
Marian Budde, obispa de Washington, también conversó con ENS, y dijo que a lo largo de su vida en la Iglesia, las mujeres habían dado por sentado “que nos tratarían mal. Teníamos que pasarlo por alto”. Pero, agregó, “ese no es el camino de Jesús. Ese no es el camino del amor”.
Varios obispos dijeron que querían cerciorarse de que el pacto estaba en la agenda de todas las reuniones de la Cámara de Obispos de ahora en adelante. La obispa Bishop Audrey Scanlan de Pensilvania Central, dijo durante el debate que existen planes de crear un instrumento para ayudar a las diócesis a crear sus propias sesiones de escucha para comenzar la ardua labor que se necesita. “La violencia, la agresión, la explotación y el acoso sexuales existen en nuestra Iglesia. No podemos dejar que eso tenga la última palabra”.
— Melodie Woerman es directora de comunicaciones de la Diócesis de Kansas y miembro del equipo de información de ENS en la Convención General. Traducción de Vicente Echerri.
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[Episcopal News Service – General Convention 2018]