Lo que sigue es el texto del sermón del obispo primado Michael Curry en el culto de avivamiento de la Convención General en el Centro Palmer el 7 de julio de 2018.

El vídeo del sermón puede encontrarse aquí.

¡Oh, mi Señor! ¡Que toda la Iglesia diga amén! Díganlo otra vez. ¡Díganlo una vez más! ¡Amén! Estoy sin aliento por ustedes. Esta es una noche bendita. Es una noche bendita. Nos hemos reunido esta noche. Mucho de nosotros somos episcopales. Muchos son de otras tradiciones y familias cristianas. Muchos son personas de buena voluntad de ninguna denominación o bandería en particular. Algunos de nosotros son probablemente republicanos. Y algunos de nosotros son probablemente demócratas. [Y] algunos de nosotros son probablemente independientes. Pero todos somos hijos de Dios. ¡Todos nosotros! Y eso es lo que celebramos esta noche. Nos hemos reunido como hijos de Dios. Como solía decir esa vieja canción cuando yo era niño:

Rojos y amarillos, negros y blancos

Todos son valiosos a tus ojos.

¡Todos, todos, todos!

Permítanme, en nombre de ustedes, darles las gracias a todos lo que han hecho posible esta noche. ¡Gracias! ¡Gracias! Y permítanme, en nombre de ustedes también, darles las gracias a los obispos y al pueblo de la Diócesis de Texas. ¡Gracias, Texas! ¡Gracias, Texas! ¡Gracias, Texas!  ¡Texas! ¡Texas!

Bueno, me siento en una posición incómoda porque tengo la impresión de que somos lo único que se interpone en el camino de la comida. Esta es una posición poco envidiable. Luego, déjenme apurarme con mi texto. Tomado del Nuevo Testamento, del evangelio de Juan, cerca del final del evangelio de Juan. De hecho, algunos eruditos dicen que el evangelio termina en el capítulo veinte. Pero si se fijan en sus biblias, verán que hay otro capítulo. Y los eruditos tiene toda clase de teorías sobre si el capítulo veintiuno es una adición, una extensión o un apéndice. Yo no soy un erudito. Soy un predicador rural, y conozco a los predicadores y ustedes los conocen también. Tengo la impresión de que Juan terminó su sermón en el capítulo veinte, el avión estaba aterrizando y él se acordó de algo más. Y despegó y volvió de nuevo. Eso es lo que sucedió. Luego, en su primer aterrizaje, que es el capítulo veinte, él casi llega a una conclusión. Y lo hace con estas palabras:

Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida.

Mis hermanos, mis hermanas, hermanos míos. Dios quiere que vivamos. Dios quiere que este mundo viva. ¡Dios quiere que vivamos! Ustedes pueden casi oírlo en el texto. Juan está intentando aterrizar el avión, y dice que hay muchas otras cosas que podría haber escrito, pero estas pocas cosas que yo he escrito, en todo este evangelio de Juan, la historia de Jesús cuando convierte el agua en vino, la historia de Jesús cuando se encuentra con el viejo Nicodemo, la historia de Jesús cuando se encuentra a la mujer samaritana de que el obispo estaba hablando junto al pozo, la historia de Jesús cuando alimenta a los cinco mil *¿no es ella estupenda [refiriéndose a la traductora]?). Todas estas historias, la historia de Lázaro, la historia de la crucifixión de Jesús, la historia de su resurrección de los muertos, yo podría haberles contado más historias. ¡Es de Jesucristo de quien estamos hablando! ¡Este no es un fulano cualquiera! ¡Este hermano era increíble! ¡Yo podría estarles contando historias toda la noche y ustedes nunca llegarían a su parrillada! Pero estas pocas historias se las he contado para que puedan llegar a creer. Y creer significa sencillamente confiar. No significa que ustedes entiendan. No significa que se den cuenta. Significa que yo voy simplemente a confiar en ustedes. Estas cosas han sido escritas para que ustedes puedan creer que Jesús verdaderamente es el Mesías, el Cristo, el rostro humano de Dios, la encarnación del amor de Dios en la vida de una persona humana. O como dice el Credo Niceno:

Dios de Dios,

Luz de Luz,

Dios verdadero de Dios verdadero, 

¡No es un Fulano de Tal del que estamos hablando! Estas [cosas] han sido escritas para que ustedes puedan creer. Que él realmente es la señal, la última prueba de lo mucho que Dios les ama. Y esto se ha escrito para que puedan tener vida. Vida. Vida real, no la vida que uno puede adquirir en Ebay. ¡Vida real!. La vida que el mundo no dio y que el mundo no puede quitar. ¡Vida! ¡Vida! Y en el evangelio de Juan es increíble…  Yo quiero asegurarles [dirigiéndose a los del lenguaje de signos ¿cómo lo están haciendo?] Quiero asegurarles a todos. Si miran al evangelio de Juan, el tema de la vida está entretejido de principio a fin. Al principio del evangelio con esa poesía maravillosa:

En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. En él estaba la vida,

Y esa vida era la luz del mundo.

Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.

¡Esta es la vida! ¡La vida con Dios! ¡La vida! Y así prosigue. No lo estoy inventando. Está en el libro. Él dice en el capítulo seis, “yo soy el pan de vida”. En el capítulo cuatro, dice “yo soy el agua de la vida”. En el capítulo tres, Jesús se encuentra con los primeros episcopales. ¡Es cierto! Estoy convencido de que [ese] Nicodemo del capítulo tres de Juan fue el primer episcopal. Si leen el texto cuidadosamente, dice que Nicodemo, que era fariseo, probablemente miembro del Sanedrín, que era el tribunal supremo, era una especie de aristócrata, ¡a mí me huele a episcopal! Pero algo mejor aun, dice el evangelio de Juan, Nicodemo vino a Jesús de noche. Sólo un episcopal trataría de acercarse a Jesús cuando nadie está mirando. ¡Eso es de episcopal! Pero Nicodemo estaba bien, porque cuando la situación se puso seria, Nicodemo defendió a Jesús frente al Sanedrín. Y Nicodemo se asoció con José de Arimatea y se ocupó del entierro de Jesús. Eso es todo de un episcopal. Por qué menciono eso, fue en la conversación con Nicodemo que Nicodemo dijo: “Tú sabes, Señor, quiero saber más acerca de tu enseñanza”. Y Jesús le dijo, “Nicodemo, no me vengas con ese cuento. No estamos en [el show de] Oprah Winfrey”. Él le dijo a Nicodemo “debes nacer de nuevo” La expresión griega puede traducirse como nacer otra vez, renacer o nacer de arriba. Y el propósito, pienso yo, la única razón de nacer es ¡que uno pueda vivir! ¡Dios quiere que vivas! Dios quiere que tengamos vida y ¡Dios quiere que todos sus hijos tengan vida! Yo podría seguir, pero no lo haré.

Continúo en el evangelio de Juan, él dice, “yo soy la resurrección y la vida”. Él dice en el capítulo catorce, “yo soy el camino, y la verdad y la vida”. En el capítulo diez, “yo he venido para que tengan vida”. Y luego, al final del evangelio, ¡he escrito todas estas cosas para que puedan creer y tener vida! ¡Todo el argumento es la vida! Vida abundante quería decir para cada uno. Vida para los ricos y vida para los pobres. Vida para los demócratas y vida para los republicanos. ¡Vida para los independientes! ¡Vida para los diputados! ¡Vida para los obispos! ¡Vida para todo el mundo! ¡Vida! ¡Vida! ¡Vida! ¡Vida! ¡Vida! Y la verdad es que resulta tan fácil ser engañado respecto a lo que supone la auténtica vida. El evangelio de Juan resalta que Jesús no estaba hablando de biología. La biología es importante. Porque uno tiene que comenzar en alguna parte.  Pero eso es lo básico. Quiero decir, la verdad es que todos somos seres humanos, y biológicamente eso es lo que somos como seres humanos. Pero biológicamente, somos sencillamente parte del mundo animal. Básicamente somos como esa paloma de la Cámara de Diputados. Me acerqué a la presidente Jennings y le dije: “Señora Presidente, tienen una paloma en esta Cámara” Pero eso es biología básica. Somos parte del mundo animal. Y aquí voy a ser cuidadoso, porque sé que la obispa Katharine está aquí por alguna parte y ella es una científica.  No quiero salirme de mi categoría, pero creo que mi maestro de octavo grado nos enseñó en los organismos vivos que los miembros del reino animal tienen ciertas características, entre las que se destacan tres: respiran, comen y se reproducen. La respiración (suena mejor en español, eso me gusta), la respiración, el consumo y la reproducción. Ellos comen, respiran y hacen más de su propia especie. Mi esposa tiene dos gatos que pueden hacer eso. Realmente, después de haber estado en el veterinario, sólo pueden hacer dos de las tres. Y eso está bien, pero la verdad es que la vida es más que eso. Y Jesús lo repitió mucho. ¿No es la vida de ustedes mucho más valiosa que la de las aves? Esas inapreciables criaturas de Dios, ustedes son de más valor que las aves. Necesitan ropa, ¿pero ¿cuánto necesitan? Piensen en los lirios del campo. Crecen, se extienden, se mezclan, giran e incluso vuestro Padre celestial se ocupa de ellos. ¿Y cuánto más valiosos son ustedes? ¡Yo he venido para mostrarles vida! ¡No mera vida biológica! ¡No mera existencia! ¡No mera supervivencia! ¡No mero ir pasando! ¡Tener vida! ¡Vida como yo la soñé!

¡La vida como la concebí! Dios los necesita —¿me siguen?  Y lo cierto es, yo estoy convencido de que el amor es la clave de la vida. Tengo una teoría, y sé que hay algunos teólogos en este salón. Voy a ser cuidadoso, pero estoy convencido de que lo contrario del amor no es el odio. Lo contrario del amor es el egoísmo, y el odio es una derivación del egoísmo. Sí, creo que hemos dado aquí con algo. Veamos el egoísmo, o como las madres y padres de antaño solían llamar a esa soberbia, ese falso orgullo autocéntrico que me pone en el centro del mundo, y a ustedes y a Dios y a todo lo demás en la periferia, ese egoísmo, es la raíz de todos los males. Es la fuente de todos los errores. Está detrás de todos los prejuicios. Está detrás de todas las injusticias. Es el cáncer raigal de todas las guerras. Es la fuente de toda destrucción. ¡Ese egoísmo destruye hogares¡ ¡Destruirá iglesias! ¡Destruirá naciones! Y si se queda desatado, ¡destruirá la creación! ¡Egoísmo! ¡Egoísmo! ¡Egoísmo! ¡Egoísmo!

Y el amor es la cura. Tuve que decir eso brevemente en una boda hace poco. Tuve que decirlo en muy poquito tiempo. No voy a ser mucho más extenso con ustedes tampoco. Pero el amor es el Bálsamo de Judea. El amor curará el alma enferma de pecado. ¡El amor puede levantarnos cuando la gravedad del egoísmo nos abate! El amor puede unirnos cuando el egoísmo nos separa. En verdad tenemos un programa de televisión que es la encarnación del egoísmo. Y en verdad hay otra palabra para el egoísmo, créanlo o no, se llama pecado. Es por eso que tenemos una Cuaresma, una estación para enfrentarnos al pecado. Pero el amor es la cura. Tuvimos un programa de televisión, y ustedes saben a cuál me refiero. Es el programa de televisión Survivor [El superviviente]. Ahora bien, no es más que un programa de televisión, yo sé. Pero piensen en la premisa de ese programa. La premisa de Survivor es que pones a todas estas personas en una isla desierta, y el objetivo de su vida es sobrevivir expulsando a todos los demás de la isla. ¡Esa es una parábola del egoísmo! Porque al final el egoísmo logra expulsar a todos los demás de la isla! Y no se queda nadie más excepto tú. ¡Y tú te aburres increíblemente de ti mismo!

Pero el amor nos une. El amor sana las heridas. El amor puede levantarnos. El amor es la fuente de nuestra liberación, y es la fuente raigal de la vida. De hecho, la verdad es que la única razón por la que estamos aquí es por amor. Denme otro minuto o dos. Quiero decir, deténganse a pensar en eso por un momento. Nosotros los cristianos creemos en Dios. Creemos en un solo Dios, y no obstante creemos en Dios la Santa Trinidad. ¿Tengo razón al respecto? Por favor, digan eso con más confianza, es realmente cierto. Tenemos un solo Dios y no obstante sabemos que este único Dios es Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Pero no tenemos tres dioses, ¡un solo Dios! ¡Acabamos de conocer a este Dios de [tres] maneras formidables! ¡Tenemos un Dios lleno de magnificencia! Y Dios, ven ustedes, la Santa Trinidad, ¡es la manera que tiene nuestra tradición de decirnos que Dios puede abrazar la individualidad y la multiplicidad al mismo tiempo! A Dios no le preocupa la uniformidad. Dios puede tener unidad y diversidad, no uniformidad, al mismo tiempo. ¿Entienden ahora lo que digo? La verdad es que Dios tiene en el ser de Dios todo lo que Dios necesita para ser íntegro, y para ser pleno y para ser completo. San Agustín de Hipona, que por cierto no era ningún ardiente liberal, Agustín de Hipona dijo una vez que la Trinidad significa que Dios es una comunidad de amor en el ser de Dios. Y en Primera de Juan, capítulo cuatro, los versículos [7-8] dicen: “Amados,  amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios [y] todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios… porque Dios es amor”. ¡Dios es amor! ¡Dios es amor! Y saben qué, saben qué, ¡esa es la razón porque estamos aquí¡ Dios es la Trinidad. Dios tiene toda la compañía que Dios necesita en el ser de Dios. ¡Lo cual significa que Dios no necesita de ustedes! Dios no necesita que el mundo sea un dolor de cabeza. Pero el amor se mueve y hace lugar y espacio para que quepa el otro. El amor dice  ¡hágase la luz! El amor dice, ¡hágase un mundo! El amor dice, hágase Andy! El amor dice ¡hágase Byron! El amor dice, ¡hágase Deena! El amor dice, ¡hágase Héctor! El amor dice hágase Jeff, bueno Jeff, déjame pensarlo. El amor, la razón por la que estamos aquí, de que existe un mundo porque Dios es amor. Estamos aquí. Tenemos vida debido al amor. Jesús dijo, “Les doy un nuevo mandamiento, que se amen unos a otros”.  Y después que se levantó de los muertos, le preguntó a Simón Pedro, “¿Quieres seguirme ahora?” No se trata de una obediencia mecánica. Él dice, “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Y él le responde “Sí, Señor, tú sabes que te quiero” “Cuida de mis ovejas. “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” “Señor, acabo de decirte que te quiero. Sí, te quiero, tú sabes eso”. Entonces ¡cuida de mis ovejas!”. Él dice, Simón hijo de Juan, ¿ME QUIERES? Si me quieres vencerás tu egocentrismo, y otro te llevará por la mano, y te conducirá donde no quieras ir. Pero ya todo no se tratará de ti. ¡Se tratará de seguirme!” Y luego Jesús dijo, “Ahora sígueme”. ¡La clave para seguir a Jesús, la clave para ser sus discípulos, la clave para la vida es el amor! Es el amor. Es el amor.

Bien, voy a parar ahora, me estoy poniendo viejo. Eso es un eufemismo. Pero sepan que cuanto más viejo me pongo más convencido estoy de que he malgastado muchísimo tiempo en la vida en cosas que no dan vida. Y algunas de esas cosas son humanas. Somos humanos. Y eso está bien. No voy a rechazar todo eso. Pero al final de la jornada tenemos que vivir, Tenemos que vivir en un mundo donde los niñitos no los separen de sus padres en la frontera. Tenemos que vivir en esa clase de mundo. Y la obra del amor es hacer un mundo donde la posibilidad de la vida para todos sea real. Esa es la obra del amor. Y yo creo realmente que es por eso que soy cristiano o, mejor aún, es por eso que soy seguidor de Jesús. Un seguidor muy defectuoso, por cierto, pero seguidor no obstante. ¡Pero lo soy porque creo que Jesús tenía razón. El camino a la vida es el camino del amor. Ama al Señor tu Dios. Ama a tu prójimo. Y mientras haces eso, ámate a ti mismo. Esa es la clave. Bien, todo esto se predica a partir de una convicción anterior, una convicción (a la traductora: hacemos esto todo el tiempo, debía habernos visto en Honduras. Estuvimos aún mejor). Realmente se basa en la convicción de que Dios sabe de lo que está hablando. Piensen en eso por un segundo. Todo lo que he dicho, todo lo que he dicho se basa en la convicción de que Jesús sabe de lo que habla. Que Dios sabe de lo que habla. ¡Si no supiera, entonces bien podríamos ir a comer la parrillada ahora mismo!

Me di cuenta de eso hace años. Era sacerdote de una parroquia en Baltimore —Diócesis de Maryland, probablemente habrá alguien de allí por aquí— y nuestra hija más pequeña tenía aproximadamente unos tres años, y mi esposa se había ido a enseñar a la escuela y creo que nuestra hija mayor se había ido con ella, ahora no puedo recordarlo. Pero ellas estaban fuera y yo tenía que llevar a la pequeña a la guardería (dirigiéndose a la traductora: no sé lo que dijo mi hermana, pero ustedes obviamente lo están disfrutando). Muy bien, de manera que estoy allí en casa, estoy con Elizabeth y estamos esperando un poco antes de salir para la escuela. Y yo le digo: “Elizabeth, necesito que vayas y te pongas tu capa de agua”. Y ella me mira, a los tres años, y en ese momento yo soy el rector de la iglesia de Santiago Apóstol [St. James], la tercera iglesia afroamericana más antigua de la Iglesia Episcopal. Una iglesia histórica, la iglesia que les dio a Thurgood Marshall. ¡Sí!  ¡Esta es una iglesia seria! ¡Sí! Luego aquí estoy yo el rector de Santiago Apóstol y aquí está esta personita de tres años, y le digo “Elizabeth ve a ponerte la capa de agua”. Y ella me dice, “¿por qué?” y le contesto, “Porque va a llover”. Ella corre a la ventana del salón, y se asoma a la ventana y me dice, “Pero no está lloviendo afuera”. Yo le dije, “Eso lo sé, pero va a llover más tarde”. Ella me respondió: “Mami no dijo que fuera a llover”. Vean ustedes como se revela la fuente de la autoridad. Le dije, “Sé que Mami no dijo que iba a llover, pero Al Rocker dijo que iba a llover”. Traté de explicarle el pronóstico del tiempo y le mostré el periódico. Y finalmente dije, “¿por qué estoy haciendo todo esto? ¡Elizabeth, sencillamente ve y ponte tu capa de agua!”.

Así, pues salimos de la casa y tomamos el auto y fuimos hasta la guardería infantil. Y la dejé en la escuela. Y mientras regresaba, fuera del auto y sentado en él, me dije que no podía creer que esa cosita pensara que ella realmente sabía más que yo. Aquí estoy yo, el rector de la histórica [iglesia] de Santiago apóstol. Thurgood Marshall, Pauli Murray, todos los que salieron de esa iglesia. ¡Sí!  Aquí estoy yo y ella realmente pensaba que sabía más que yo, que había pasado más tiempo en el seminario de lo que ella llevaba en la tierra. Y ella realmente creía que sabía más que yo. Y se me ocurrió que ¡así debe ser como Dios nos ve! ¡Eso es! Y tuve esta fantasía de ver a Dios con las manos en jarras en sus caderas cósmicas, y diciendo, ¡ellos son tan graciosos! Creen que saben mucho, pero ¿no saben que yo fui el que le dio existencia a este mundo en el principio? ¿No saben que yo creé la vasta expansión del espacio interestelar? ¿No saben que fui yo quien le dijo al viejo Moisés, ve Moisés, ve a la tierra de Egipto y dile al Faraón que deje salir a mi pueblo? ¿No saben que yo soy el autor de la libertad? ¿No saben que soy el creador de la justicia? ¿No saben que soy el Dios del amor? No saben que descendí como Jesús para mostrarles el camino, para mostrarles el camino del amor, para mostrarles el camino a la vida, para enseñarles a vivir juntos! ¡No saben cuánto los amo! ¡Cuánto!

Mis hermanos y hermanas, hermanos míos. tenemos trabajo que hacer. Defiendan el cristianismo, una manera de ser cristianos que se parezca a Jesús de Nazaret. Una manera de ser cristianos que esté arraigada y basada en el amor. Una manera de ser cristianos que no se avergüencen de que les llamen personas de amor. Partan de este lugar, pues, y sean personas del camino. Partan de este lugar y restauren nuestros países! Partan de este lugar y restauren nuestro mundo! Partan de este lugar hasta que corra la justicia! Partan de este lugar hasta que termine la pesadilla ¡Partan de este lugar hasta que se realice el sueño de Dios!. Partan de este lugar y ayúdennos a vivir!

¡Dios los ama! ¡Dios los bendiga! Y PARTAN!

¡Partan! ¡Partan!

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[Episcopal News Service – General Convention 2018]